lunes, 9 de agosto de 2010

Segundo capítulo...

Madrid, 1 de diciembre de 2009

-Yo también quiero que me haga esa magia, no es justo, si tú encuentras novio con el ramillete ese que llevas por ahí me voy a quedar más sola que la una.- protestó Mamen mientras se movía sin parar en el asiento del acompañante, impidiéndome ver por los retrovisores.
-¿Te quieres estar quieta de una vez?.- estaba intentando aparcar marcha atrás entre dos columnas y como siguiera moviéndose así iba a rozar el coche por su culpa.
-Vale, vale, ya me estoy quieta.- dijo cruzándose de brazos enfadada.
Terminé de maniobrar mirando por los espejos retrovisores con mucho cuidado, mi minúsculo sueldo sólo me permitía pagar un seguro a terceros, y si le hacía un roce al coche podía estar sin reparar hasta el día del juicio por la tarde.
Bajamos del coche y nos pusimos los abrigos que habíamos dejado en los asientos traseros. De manera automática metí la mano en el bolsillo para comprobar que mi saquito lleno de pétalos y de ilusión estuviera ahí. Suspiré aliviada. Temí haberlo dejado en casa y eso no podía ser, en una noche como esa, en la que Mamen y yo íbamos a salir a cenar y a tomar una copa, las probabilidades de liberarme de ese saquito dichoso de una vez por todas aumentaban bastante.
Uff, qué frío hacía cuando salimos a la calle subiendo las escaleras del parking de la plaza del Carmen. Yo nunca he sido friolera, soy más bien de las que bajan la basura en enero sólo con una chaqueta sobre los hombros, pero esa noche el aire cortaba como un cuchillo en la cara. Busqué los guantes en el bolso y me agarré del brazo de Mamen, ella sí lo iba a pasar mal, aunque se había puesto tantas capas que parecía una cebolla, era terriblemente friolera. Y encima la idea de salir esa noche había sido mía, si cogía un resfriado iba a estar un par de semanas sin dirigirme la palabra.
-Dime que vamos a cenar aquí cerca o me va a dar algo.- dijo castañeteando los dientes. Pobrecita mía, estaba tan delgada que no tenía grasa con la que mantener la temperatura corporal.
-Tranquila, es aquí mismo, no te creas que te voy a llevar a cenar al Ritz.- dije mientras me reía y aceleraba el paso.
Era cierto lo que le había dicho, íbamos a una cervecería que estaba en la misma plaza. Entramos notando el golpe de calefacción. Mierda. Iba a salir de allí con dolor de cabeza, como si lo estuviera viendo. Encima el local estaba completamente abarrotado, tuvimos que esperar más de quince minutos para que una mesa quedara libre. Nos sentamos y dejamos los abrigos en los respaldos de las sillas, yo con mucho cuidado de que no se me cayera ese pequeño objeto en el que, sorprendentemente incluso para mí, había depositado tantas esperanzas. No me fie de que siguiera en su sitio con tanto trajín de gente pasando a mis espaldas, así que lo cogí del abrigo y me lo puse de forma discreta en un bolsillo delantero de mis vaqueros.
-¿Te estás metiendo la dichosa bolsita en los pantalones?.- me preguntó Mamen mirándome con los ojos muy abiertos.
-Sí, es por si se me cae del abrigo.- contesté avergonzada.- En el fondo yo no creo en esas cosas, ya lo sabes, pero…
-¡Eso no te lo crees ni tú, bonita!.- gritó interrumpiéndome y haciendo que la pareja que teníamos al lado la mirara sorprendidos.- Mañana mismo voy a casa de tu vecina la loca a que me haga a mí un conjuro suyo de esos, llevo tanto tiempo sin estar con un tío que echo humo.
Mamen es mi mejor amiga. Cuando era muy joven se casó con un tío de buena familia, y al divorciarse, con la pasta que consiguió a cambio de no contar que sabía desde hacía años que tenía más amantes que Tiger Woods, se compró un pequeño terreno en la sierra madrileña y se hizo construir un chalet precioso. Tenía tres perros, cinco gatos y dos caballos. A mi hija le encantaba que fuéramos allí, siempre llevábamos a nuestro gato y ella era feliz montando a caballo. Si mi vida social era escasa, la suya era directamente inexistente, llevaba años sin trabajar y se relacionaba con el mundo exterior a través de mí y de Internet.
-Cállate y vamos a pedir, anda, que el camarero lleva un rato mirándonos.- le dije.
Miramos la carta y tardamos poco en decidirnos. Ensalada mixta para compartir, sepia a la plancha, lacón a la gallega y un plato de queso manchego bien curado, como a mí me gusta. Y una jarra de sangría, por supuesto, eso no podía faltar.
-Bueno, ¿cuál es el plan entonces?.- preguntó Mamen después de que brindáramos y diéramos un trago a la sangría.- ¿Copas? ¿Karaoke? ¿Cine?
-No tengo nada pensado, la verdad.- contesté.- ¿Qué te parece ir a ver esa película de la que habla todo el mundo, “Sólo nosotros”? He oído que está muy bien.
-Ya, que está muy bien.- dijo sonriendo.- Tú lo que quieres ver es al actor ese que te gusta, Jack no sé qué.
En ese momento el camarero se acercó con los platos y empezamos a cenar, así me ahorré el corregirle el nombre y el negar que quería ver la película por darme una alegría a la vista mirando su perfecta cara durante las dos horas que duraba. Terminamos la cena y la convencí para ir al cine en vez de tomar una copa en algún sitio de esos que tanto abundaban en Madrid, en los que teóricamente te divertías, pero si mirabas bien sólo veías a gente de tu edad que se sentía tan sola como tú en ese momento. Me parecían deprimentes.
-No te olvides el saquito.- dijo Mamen cuando estábamos levantándonos.
Con cara de susto metí la mano en el bolsillo del abrigo y abrí mucho los ojos. No estaba allí. Mierda. Vi que empezaba a reírse y recordé que me lo había guardado en el bolsillo de los vaqueros cuando me senté.
-Mira que eres mala.- le dije cabreada.- Qué ganas de tocarme las narices.
-Jajajaja.- rió con ganas.- Y tú eres la que dice que no se cree esas cosas, ya lo veo, ya, y no haces otra cosa que comprobar que eso sigue en su sitio y mirar los ojos de los tíos con los que te cruzas para ver si son verdes.
No tenía ganas de seguir hablando del tema para que ella siguiera riéndose de mí, así que salí a la calle y comprobé que seguía haciendo el mismo frío que cuando entramos. Nos dirigimos al cine de la calle Montera, que está muy cerca de donde habíamos cenado, y tuvimos la suerte de que la película empezaba en cinco minutos. Sacamos las entradas y nos acomodamos en nuestras butacas de la sala siete. Sonreí. Otra vez el número mágico se cruzaba en mi camino. Aparte de nosotras en la sala sólo había una pareja, a la que no se le veía mucha intención de ver la película completa, y dos grupitos de chicas muy jóvenes, de esas que se hacen fotos sacando la lengua y se ponen el puño delante de la mano para hablar, como si alguien les fuera a leer los labios. Se apagó la luz y comenzó la película.
-Joder, nena, ¿y a ti te gusta ese?.- preguntó Mamen cuando salió un primer plano de Jack que me cortó la respiración.- No me fastidies, si tiene el culo escurrido y menos chicha que el tobillo de una mariposa.
-Shhhhhhh.- se oyó desde atrás.
-¿Te quieres callar?.- le dije muy bajito.- ¿Es que ni en el cine te puedes estar callada?
Me miró con cara de mala leche, cruzó los brazos y no volvió a hablar en toda la película. Pasé dos horas embobada mirando la pantalla. Qué guapo era ese chico, madre de mi vida, dijera Mamen lo que dijera, me parecía tremendamente atractivo. Al salir me acerqué a un cartel con el nombre de la película que me llamó la atención. Ponía: “¿Quieres ganar una cena con Jack Ramsey? Rellena el formulario y deposítalo junto con tu entrada en la urna. ¡Suerte!”. Yo quería ganarme a Jack Ramsey entero, pero si tenía que conformarme con una cena, me conformaría. Rebusqué en mi bolso hasta encontrar un bolígrafo, rellené el papel con mis datos y suspiré mientras vi cómo mi entrada caía en la urna encima de una tonelada y media de entradas. Al menos tenía la esperanza de que si no participaba era cuando no sería la ganadora.

5 comentarios:

  1. ¡Ay...... ¿cuantas veces no hemos suspirado al comprar, echar o soñar con que nos toque la suerte a nuestra puerta? Yo miles, y chica sigo aquí muerta de asco, je, je.... ( a ti ya te toco un poquito eh, ja, ja......)
    Me encantó eso de:
    ....si tiene el culo mas escurrido y menos chicha que....... ja, ja, Es que me imagino al "chiquillo" en mi cabeza y me parto. Muy bueno.
    Espero con ansia algo mas. Un saludo de Zayas de Quimera.

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  2. hola soy florencia de gualeguaychu entre rios argentina, de casualidad encontre tu blog y entre lei los dos capitulos la verdad me parecio genial, me encanta saber si esta en Argentina te mando saludos y muy bueno el blog un abrazo florencia andrades.

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  3. ¡Gracias Zayas! Hola Florencia, de momento sólo está a la venta en "papel" en España, pero lo puedes conseguir en formato EBook en la página de El Corte Inglés. Un beso

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  4. HOLA CHICA, PON OTRO CAPITULO MAS XFA ESQUE ESTA MUY BUENO

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  5. si porfa pon otro capitulo que te juro que entro todos los dias a ver si ya lo pusite, yo se que es negocio pero por fa otro capitulo si :-D

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