lunes, 9 de agosto de 2010

Dónde comprar El Amuleto...

En los últimos días os habéis unido varias personas de Latinoamérica, preguntándome si allí está a la venta el libro. De momento, en formato "papel" sólo se puede comprar en España, la única opción que tendríais sería comprarlo como E-Book, que además es más económico, éste es el enlace.

Os dejo también los enlaces a los distintos puntos de venta, así como el ISBN, por si alguien lo quiere comprar en su librería habitual.

El ISBN es 9788493679576. ¡Muchísimas gracias! Un beso.

Segundo capítulo...

Madrid, 1 de diciembre de 2009

-Yo también quiero que me haga esa magia, no es justo, si tú encuentras novio con el ramillete ese que llevas por ahí me voy a quedar más sola que la una.- protestó Mamen mientras se movía sin parar en el asiento del acompañante, impidiéndome ver por los retrovisores.
-¿Te quieres estar quieta de una vez?.- estaba intentando aparcar marcha atrás entre dos columnas y como siguiera moviéndose así iba a rozar el coche por su culpa.
-Vale, vale, ya me estoy quieta.- dijo cruzándose de brazos enfadada.
Terminé de maniobrar mirando por los espejos retrovisores con mucho cuidado, mi minúsculo sueldo sólo me permitía pagar un seguro a terceros, y si le hacía un roce al coche podía estar sin reparar hasta el día del juicio por la tarde.
Bajamos del coche y nos pusimos los abrigos que habíamos dejado en los asientos traseros. De manera automática metí la mano en el bolsillo para comprobar que mi saquito lleno de pétalos y de ilusión estuviera ahí. Suspiré aliviada. Temí haberlo dejado en casa y eso no podía ser, en una noche como esa, en la que Mamen y yo íbamos a salir a cenar y a tomar una copa, las probabilidades de liberarme de ese saquito dichoso de una vez por todas aumentaban bastante.
Uff, qué frío hacía cuando salimos a la calle subiendo las escaleras del parking de la plaza del Carmen. Yo nunca he sido friolera, soy más bien de las que bajan la basura en enero sólo con una chaqueta sobre los hombros, pero esa noche el aire cortaba como un cuchillo en la cara. Busqué los guantes en el bolso y me agarré del brazo de Mamen, ella sí lo iba a pasar mal, aunque se había puesto tantas capas que parecía una cebolla, era terriblemente friolera. Y encima la idea de salir esa noche había sido mía, si cogía un resfriado iba a estar un par de semanas sin dirigirme la palabra.
-Dime que vamos a cenar aquí cerca o me va a dar algo.- dijo castañeteando los dientes. Pobrecita mía, estaba tan delgada que no tenía grasa con la que mantener la temperatura corporal.
-Tranquila, es aquí mismo, no te creas que te voy a llevar a cenar al Ritz.- dije mientras me reía y aceleraba el paso.
Era cierto lo que le había dicho, íbamos a una cervecería que estaba en la misma plaza. Entramos notando el golpe de calefacción. Mierda. Iba a salir de allí con dolor de cabeza, como si lo estuviera viendo. Encima el local estaba completamente abarrotado, tuvimos que esperar más de quince minutos para que una mesa quedara libre. Nos sentamos y dejamos los abrigos en los respaldos de las sillas, yo con mucho cuidado de que no se me cayera ese pequeño objeto en el que, sorprendentemente incluso para mí, había depositado tantas esperanzas. No me fie de que siguiera en su sitio con tanto trajín de gente pasando a mis espaldas, así que lo cogí del abrigo y me lo puse de forma discreta en un bolsillo delantero de mis vaqueros.
-¿Te estás metiendo la dichosa bolsita en los pantalones?.- me preguntó Mamen mirándome con los ojos muy abiertos.
-Sí, es por si se me cae del abrigo.- contesté avergonzada.- En el fondo yo no creo en esas cosas, ya lo sabes, pero…
-¡Eso no te lo crees ni tú, bonita!.- gritó interrumpiéndome y haciendo que la pareja que teníamos al lado la mirara sorprendidos.- Mañana mismo voy a casa de tu vecina la loca a que me haga a mí un conjuro suyo de esos, llevo tanto tiempo sin estar con un tío que echo humo.
Mamen es mi mejor amiga. Cuando era muy joven se casó con un tío de buena familia, y al divorciarse, con la pasta que consiguió a cambio de no contar que sabía desde hacía años que tenía más amantes que Tiger Woods, se compró un pequeño terreno en la sierra madrileña y se hizo construir un chalet precioso. Tenía tres perros, cinco gatos y dos caballos. A mi hija le encantaba que fuéramos allí, siempre llevábamos a nuestro gato y ella era feliz montando a caballo. Si mi vida social era escasa, la suya era directamente inexistente, llevaba años sin trabajar y se relacionaba con el mundo exterior a través de mí y de Internet.
-Cállate y vamos a pedir, anda, que el camarero lleva un rato mirándonos.- le dije.
Miramos la carta y tardamos poco en decidirnos. Ensalada mixta para compartir, sepia a la plancha, lacón a la gallega y un plato de queso manchego bien curado, como a mí me gusta. Y una jarra de sangría, por supuesto, eso no podía faltar.
-Bueno, ¿cuál es el plan entonces?.- preguntó Mamen después de que brindáramos y diéramos un trago a la sangría.- ¿Copas? ¿Karaoke? ¿Cine?
-No tengo nada pensado, la verdad.- contesté.- ¿Qué te parece ir a ver esa película de la que habla todo el mundo, “Sólo nosotros”? He oído que está muy bien.
-Ya, que está muy bien.- dijo sonriendo.- Tú lo que quieres ver es al actor ese que te gusta, Jack no sé qué.
En ese momento el camarero se acercó con los platos y empezamos a cenar, así me ahorré el corregirle el nombre y el negar que quería ver la película por darme una alegría a la vista mirando su perfecta cara durante las dos horas que duraba. Terminamos la cena y la convencí para ir al cine en vez de tomar una copa en algún sitio de esos que tanto abundaban en Madrid, en los que teóricamente te divertías, pero si mirabas bien sólo veías a gente de tu edad que se sentía tan sola como tú en ese momento. Me parecían deprimentes.
-No te olvides el saquito.- dijo Mamen cuando estábamos levantándonos.
Con cara de susto metí la mano en el bolsillo del abrigo y abrí mucho los ojos. No estaba allí. Mierda. Vi que empezaba a reírse y recordé que me lo había guardado en el bolsillo de los vaqueros cuando me senté.
-Mira que eres mala.- le dije cabreada.- Qué ganas de tocarme las narices.
-Jajajaja.- rió con ganas.- Y tú eres la que dice que no se cree esas cosas, ya lo veo, ya, y no haces otra cosa que comprobar que eso sigue en su sitio y mirar los ojos de los tíos con los que te cruzas para ver si son verdes.
No tenía ganas de seguir hablando del tema para que ella siguiera riéndose de mí, así que salí a la calle y comprobé que seguía haciendo el mismo frío que cuando entramos. Nos dirigimos al cine de la calle Montera, que está muy cerca de donde habíamos cenado, y tuvimos la suerte de que la película empezaba en cinco minutos. Sacamos las entradas y nos acomodamos en nuestras butacas de la sala siete. Sonreí. Otra vez el número mágico se cruzaba en mi camino. Aparte de nosotras en la sala sólo había una pareja, a la que no se le veía mucha intención de ver la película completa, y dos grupitos de chicas muy jóvenes, de esas que se hacen fotos sacando la lengua y se ponen el puño delante de la mano para hablar, como si alguien les fuera a leer los labios. Se apagó la luz y comenzó la película.
-Joder, nena, ¿y a ti te gusta ese?.- preguntó Mamen cuando salió un primer plano de Jack que me cortó la respiración.- No me fastidies, si tiene el culo escurrido y menos chicha que el tobillo de una mariposa.
-Shhhhhhh.- se oyó desde atrás.
-¿Te quieres callar?.- le dije muy bajito.- ¿Es que ni en el cine te puedes estar callada?
Me miró con cara de mala leche, cruzó los brazos y no volvió a hablar en toda la película. Pasé dos horas embobada mirando la pantalla. Qué guapo era ese chico, madre de mi vida, dijera Mamen lo que dijera, me parecía tremendamente atractivo. Al salir me acerqué a un cartel con el nombre de la película que me llamó la atención. Ponía: “¿Quieres ganar una cena con Jack Ramsey? Rellena el formulario y deposítalo junto con tu entrada en la urna. ¡Suerte!”. Yo quería ganarme a Jack Ramsey entero, pero si tenía que conformarme con una cena, me conformaría. Rebusqué en mi bolso hasta encontrar un bolígrafo, rellené el papel con mis datos y suspiré mientras vi cómo mi entrada caía en la urna encima de una tonelada y media de entradas. Al menos tenía la esperanza de que si no participaba era cuando no sería la ganadora.

viernes, 30 de julio de 2010

Cuando la edad no importa...

Sigo aquí, ¿eh?... Hoy quiero hablaros de alguien a quien he conocido a través de su blog, Libros por leer. Se llama Josu Lorenzo, contacté con él por mail, para ver si estaba interesado en reseñar El amuleto, y empezamos a hablar. Un chico muy majo, con un blog interesante y una buena conversación.
Después de un par de charlas, así, como quien no quiere la cosa, le pregunté la edad, por curiosidad, y juro por Mikel Erentxun que casi me caigo de la silla, con la pata tiesa y todo, cuando me dijo que tenía catorce años...
Ha leído cientos, quizá miles de libros, escribe, diseña, y además saca buenas notas en el instituto, ¡el sueño de cualquier madre!...jeje. Ha diseñado para mí el Book Trailer Oficial de El Amuleto, que os cuelgo a continuación, y estoy segura de que es alguien que dará que hablar en unos años.
Como pongo en el título, la edad no importa, sobre todo cuando te une el amor inmenso que los dos tenemos por los libros. Josu, mil gracias por tu trabajo, de verdad. Y a los demás, espero que os guste el Book Trailer. Un beso y gracias por seguir ahí..

viernes, 25 de junio de 2010

También es casualidad...

Ayer me mandó un mail mi editor. Estoy muy contenta, me dijo que las ventas van fenomenal, por encima de la media de los libros del CI en los últimos meses, y eso a pesar de la crisis, que en este sector se ha notado muchísimo...
Me fastidia que justo en este momento no pueda salir de casa. El dichoso esguince en la rodilla, y esperemos que quede sólo en eso, me tiene de la silla a la cama y de la cama a la silla precisamente en el momento en que podría estar visitando librerías o contactando con medios de comunicación para ver si están interesados en publicitarme de alguna manera. Grrrrr.... Claro que puedo contactar por mail o por teléfono, pero no es lo mismo, prefiero ir en persona y hablar con ellos, que me conozcan, que puedan ver y tocar el libro...
En fin, a ver que me dicen el día 6 en el traumatólogo, cruzad los dedos... Un besote

lunes, 14 de junio de 2010

Pues nada, ya ha pasado todo...

Y siento una rara mezcla de satisfacción y pena. Satisfacción porque he pasado dos días maravillosos, mágicos, y pena por saber que algo así no se va a volver a repetir...
El martes pasado fue la presentación, ¡incluso fui a que me maquillaran!, y estuvo genial, pero lo mejor vino el jueves, con la firma en la Feria del Libro. Aunque me dolía horrores la pierna, que la tuve que tener las dos horas encima de una caja, no me importó, estar ahí, "al otro lado", viendo a mis amigos, a mi familia, a la gente que se acercaba a leer la contraportada y me pedían que les firmara el libro... Ufff, no hay palabras para describir esa sensación.
Antes de empezar toda esta locura, me daba una vergüenza horrible que alguien pudiera leer lo que había escrito, me sentía "desnuda", porque recuerdo con total claridad en qué momento y situación escribí todas y cada una de las frases del libro y era como si se estuviera invadiendo mi intimidad. Ahora no, ahora disfuto cada vez que alguien me comenta si le gusta, si no le gusta, si éste o aquel es su personaje favorito...
Ahora sólo falta esperar que las ventas vayan bien. Aún no sé nada e imagino que tardaré un poco en saberlo. No hay palabras suficientes para agradeceros que me hayáis hecho vivir un sueño como éste. Os quiero muchísimo. Un beso

lunes, 7 de junio de 2010

Mañana será un buen día...

Debería estar nerviosa, pero no lo estoy... Yo soy así, es raro que me ponga nerviosa y sienta esas mariposas en el estómago ante un acontecimiento importante.
Estoy feliz, muy feliz. Me faltará Luis allí, pero sé que estará conmigo en la distancia, igual que tantas y tantas amigas que tengo lejos pero que me apoyarán con el mítico "chichipower"...jeje.
Mil gracias por vuestra ayuda para llegar hasta aquí y por haberme hecho tan feliz. Un beso muy grande. Os quiero.

jueves, 3 de junio de 2010

Primer capítulo...

Madrid, 31 de octubre de 2009

-Pasa, cariño, pasa, ¿quieres un té?.- preguntó mi vecina abriéndome de par en par la puerta de su casa.
Jamás había creído en la magia, pero nadie hubiera sido capaz de entrar en ese salón, con todas las paredes forradas de espejos, y no sentir algo especial por dentro. Había encendidas tantas velas blancas que parecía de día, aunque hacía ya bastantes horas que era de noche en la calle.
Mi vecina era un personaje muy peculiar, si la conociera Almodóvar seguro que escribiría un guión basándose en ella. Se llamaba Marifé, y nadie podría decir con exactitud qué edad tenía, vivía sola rodeada de gatos y de sus ventanas colgaban decenas de geranios, que le recordaban su Sevilla natal tanto como la ropa de colores vivos que llevaba siempre.
Acepté el té que me había ofrecido al entrar y me senté en una silla, contemplando atónita cómo tenía la mesa cubierta de pétalos de rosa y de unas pequeñas flores blancas. El día anterior me había hecho prometerle que iría a su casa a que me preparara uno de sus hechizos, que, según ella, me ayudaría a encontrar al amor de mi vida. Había aceptado. Era sábado y mi único plan para esa noche era comerme un enorme bote de helado sentada delante de la pantalla de la televisión, viendo una película de esas que tanto nos gustan a las treintañeras, esas en las que siempre hay una chica en apuros y un chico guapo que la ayuda y termina enamorándose de ella. Esas de las que cuando terminan nos dejan peor cuerpo del que teníamos antes de tomar la primera cucharada de helado. Al menos en su casa tendría compañía y gatos a los que acariciar.
Por cierto, me llamo Ana, tengo treinta y cuatro años y una vida social nula desde que me separé hace dos años y vine a vivir con mi hija a un pequeño piso del barrio de Lavapiés. En ella, y en lo que estaría haciendo ese fin de semana con su padre, pensaba precisamente cuando Marifé se acercó y dejó en la mesa una bandeja con dos tazas de té humeantes. Yo aparté la mía a un lado. No me gustan las bebidas calientes, ni siquiera en invierno, así que preferí esperar a que se enfriara. Ella se bebió el suyo casi de un trago y yo temí que se hubiera achicharrado el esófago. Me sonrió y me preguntó:
-¿Empezamos?
Asentí, dejé mi taza en una mesita pequeña que había al lado para evitar que se cayera (suelo ser bastante torpe) y la miré expectante. Cerró los ojos y comenzó a mezclar despacio los pétalos que había sobre la mesa, dejándolos resbalar por sus dedos llenos de enormes anillos.
-Al poder de las hadas y a las fuerzas de amor, pido que encuentres a la persona que haga danzar tu corazón.-dijo Marifé haciéndome dar un respingo en la silla.
Venga, haré un esfuerzo y me concentraré, ¿y si realmente funciona?
-Niña, coge del montón diez pétalos de rosa roja y diez pétalos de rosa blanca.- me dijo casi susurrando.
Evidentemente obedecí, no me creía nada de lo que estaba haciendo, pero sería mejor no tentar a la suerte. Cuando ya tenía los pétalos en la mano volvió a hablarme con la misma voz.
-Apriétalos fuerte en tu mano mientras cierras los ojos y te ves a ti misma sonriendo a un hombre que te tiene abrazada.
En eso no me costó demasiado obedecerla, era una visión que tenía más veces de las que me gustaría. Imaginé a un chico alto, delgado y de ojos verdes. No demasiado musculoso, nunca me han gustado los cachas de gimnasio. Al fin y al cabo era mi imaginación, ¿no? Ya que pedía, pedía en condiciones…
-¿Lo ves?.- preguntó Marifé.
Asentí sin hablar, manteniendo aún los ojos cerrados. Leche, la verdad es que al final me estaba contagiando su entusiasmo.
-Ahora abre los ojos y desmenuza en trozos muy pequeños los pétalos de rosa añadiendo estas flores de jazmín.- dijo tendiéndome tres flores blancas que olían de maravilla.
Sentí la suavidad de los pétalos entre mis dedos y el olor que desprendían. Aspiré fuertemente volviendo a cerrar los ojos, el aroma era cautivador. Al abrirlos no pude evitar ver mi reflejo en uno de los espejos y me sorprendí de verme a mí misma, algo especial debía haber en esa casa cuando me miré y me vi guapa, aún vistiendo un viejo chándal y con la melena recogida en una coleta.
-Bien, cariño. No dejes de visualizar en tu mente al hombre que has imaginado antes y envuelve la mezcla con cuidado en este pañuelo.- dijo con una sonrisa.
Me tenía tan ensimismada que si me hubiera dicho que hiciera dos mortales sin manos con los pétalos en ellas lo hubiera hecho, pero no me pidió tanto. Me dijo que envolviera la mezcla y cerrara el pañuelo con un hilo blanco, haciendo siete nudos.
-Espera.- dijo poniendo mi mano en la suya cuando vio que iba a hacerlo rápidamente.- Cada vez que hagas un nudo di con fe “Ven a mí”.
Volví a obedecer sumisamente y pronuncié esa frase las siete veces que me dijo. Le sonreí al terminar y ella me devolvió la sonrisa.
-El siete es el número mágico.- dijo mirándome fijamente a los ojos.- Lleva siempre esta bolsita cerca de ti y la magia irá siempre contigo. El día que encuentres a ese hombre de ojos verdes, deja que él la abra y aspirad el aroma los dos juntos.
-¿Eh? ¿Cómo sabías que lo había imaginado con los ojos verdes?.- le pregunté alucinada.
-Magia, cariño, magia….

Sobre mí...

Como la mayoría sabéis, tengo 35 años y vivo en Fuenlabrada (sí, el sitio donde decimos Pesi, ¿qué pasa?). Un buen día decidí coger un boli y una pequeña libreta e inventarme una historia basada en qué pasaría si una amiga mía tuviera la suerte de conocer a un tal Robert Pattinson, imagino que no sabréis de quién estoy hablando, ya que no suelo mencionar nunca lo mucho que me gusta...jeje. Comencé a escribir con los nombres reales y, lo que tenía previsto que fuera un relato breve, se transformó en una historia de la que se me iban ocurriendo retazos en cualquier momento y situación.
Entonces, gracias a mi amiga Marifé y a una noche de tapas en el centro de Madrid, se me ocurrió la idea de convertir ese relato en una novela, añadiendo personajes y situaciones y cambiando el nombre del actor, que a partir de ese día se convirtió en Jack Ramsey.
El amuleto está escrito, casi en su totalidad, a mano, en mis queridas libretas que siempre me acompañan y que guardo como oro en paño. Sólo la sensación de ver por primera vez las caritas de mis hijos se podría comparar con la satisfacción personal de ver mi nombre escrito en la portada de un libro y de escuchar lo bien que os lo habéis pasando leyendo mi novela.
Nada de todo ésto hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de mi marido, Luis, de mi familia, de mis chicas CDC y de mis pequeñas "Crepusculeras". Os debo tanto que debería estar dándoos las gracias eternamente. Os quiero muchísimo. Millones de gracias...